por Eva Aguilera
Hace unos días, exactamente una semana,
apareció un barco en la playa Varese.
Encalló fue la palabra que escuchamos
y eso quería decir que se había atascado ahí.
Para informar del caso
que congregó a unos cuantos curiosos
no se decía lo importante
pero ellos sacaban fotos, muchas fotos:
del barco con el sol, del barco sin el sol
del barco con la ciudad detrás,
del barco desde arriba desde un dron
del barco y de las espaldas de la gente
otras de noche.
Era buscar en la insistencia de la imagen
la médula de un hecho inexplicable
o mostrar
que no alcanzaba el azar para entenderlo.
Eso que estaba ahí hablaba de otra cosa,
lo ausente irremediable:
del puerto, de la hélice, del viento.
A veces lo que se frena nos asusta
porque recuerda que hay algo muy absurdo
en la corriente nunca quieta de la vida.